jueves, 20 de septiembre de 2012

Urbanismo de novela




Pasaba por ahí






















"Del cielo intensamente azul colgaban oscuras nubes verticales, deshilachadas e inmóviles, como harapos quemados o restos de un gigantesco decorado después de un incendio. El mar venía revuelto y sucio, hedía en la rompiente una espuma arenosa y flotaba un tronco a la deriva, girando. Mao se paró a ladrar al leño cuando él ya se internaba, más allá de las dunas, por las fantasmales calles futuras de la futura urbanización; asfalto y rastrojos convivían en el vasto páramo, y solitarios bordillos interminables, destinados a aceras que aún no existían, se perdían a lo lejos, parcelando la hierba que crecía libre; farolas nuevas y oxidadas esperaban luz a lo largo de desoladas avenidas de gravilla entre viñas muertas, por calles espectrales que no llevaban a ninguna parte. Pensó en el nuevo paisaje que le esperaba allí un día para ser descrito, en las deposiciones del tiempo que ya lo desfiguraban antes de nacer y en ese mar de rumor repetido, sosegado y omnipresente: el mar filtrándose ya en el texto, inundando las voces de ayer y de mañana, mezclando el sueño y la vigilia..."


La Muchacha de las Bragas de Oro.
1978. Juan Marsé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario